03 noviembre 2012

Vincenzo Bellini


El 3 de noviembre de 1801 nació en Catania, el último representante del “bel canto” que tuvo un destacado papel en la unidad musical de Italia, Vincenzo Bellini. Sabía situar sus mejores melodías tan perfectamente en la garganta humana que todo cantante auténtico deseaba interpretarlas y poseía el don maravilloso de la melodía pura, uno de los más raros regalos de la inspiración.

Vincenzo Bellini
Vivió en un ambiente familiar donde el padre y el abuelo eran músicos, Vincenzo Bellini estudió desde niño el bello arte de los sonidos. Con una beca que le proporcionó el Duque de San Martino ingresó en Colegio de San Sebastián de Nápoles, donde estudió armonía con Giovanni Furno, contrapunto con Giacomo Tritto y composición con el célebre Nicola Zingarelli, que le nombró, como premio, «maestrillo», título que permitió a Bellini ocupar una habitación individual en el Conservatorio y le otorgó una libertad de acción mayor que la concedida a sus compañeros.
Bellini continuó progresando en su formación musical y publicó sus primeras composiciones; se trata de obras religiosas y canciones; a los 20 años escribió una sinfonía y la cantata “Ismene”. Sus músicos preferidos, a cuyo estudio se dedicó, fueron Haydn y Mozart y en el campo de la ópera admiró a Rossini, pero prefería la obra de Pergolesi.

En 1825, seis años después de su ingreso en el Conservatorio napolitano, los alumnos de este centro interpretaron la primera ópera de Bellini, “Adelson e Salvini”, compuesta sobre un libreto de Tottola al que anteriormente había puesto música Fioravanti.
La obra posee momentos de gran belleza en los que aparece la inconfundible vena melódica belliniana, como en el aria “Dopo l'oscuro nembo” (Elīna Garanča) o también el aria de Salvini "Ecco signor, la sposa” (José Carreras, tenor).

Teatro San Carlos de Nápoles
El éxito de su primera ópera le valió a Bellini un encargo del teatro San Carlos de Nápoles para la temporada siguiente. La obra, con libreto de Domenico Gilardoni, fue "Bianca e Fernando" (Youngok Shin, soprano) una historia siciliana con un tirano usurpador y los dos hijos -que dan título a la ópera- del destronado duque, que al fin rescatan a su padre y lo restituyen en sus derechos ayudados por el pueblo de Agrigento. La ópera se estrenó el 20 mayo de 1826 con el título de "Bianca e Gernando", ya que la censura no permitía que la obra llevase el nombre de un soberano de Nápoles. El aria "Sorgi, o padre" (Mirella Freni & Renata Scotto) que canta Bianca en el segundo acto contiene una hermosa melodía en la que puede advertirse la esencia del aria belliniana, la pureza de la línea cantabile y el ámbito melancólico de la expresividad que alcanza momentos muy emotivos.


El paso siguiente en la carrera de Bellini habría de ser decisivo. El empresario de la Scala de Milán, Domenico Barbaja, le encargó una ópera para la temporada de 1827. Bellini compuso "Il Pirata", sobre libreto de Felice Romani, autor con el que colaboraría en sus ópera siguientes.
Il Pirata : -"Col Sorriso D'innocenza " (Angela Gheorghiu, soprano); " Io vivo ancor…Nel furor delle tempeste” (Alfredo Kraus, tenor).

Vincenzo Bellini
Romani se basó en "Bertram" de Charles Maturin, estrenada en 1816, una pieza que tenía todos los ingredientes propios del romanticismo más exaltado: un amor adúltero, un héroe al margen de la ley pero noble y valiente, una heroína que pierde la razón y un final trágico. Felice Romani escribió un libreto en el que conservó la esencia del drama original pero alteró las situaciones, redujo los personajes y adaptó los versos para que Bellini pudiese verter en ellos las excelencias de su prodigiosa vena melódica. "Il Pirata" es una ópera de gran amplitud, con importante intervención coral, teatralidad convencional pero efectiva y, sobre todo, un lenguaje operístico innovador y anticipatorio de la línea que iba a seguir el melodrama italiano.

Giuditta Turina
El éxito fue extraordinario y extendió la reputación de Bellini por toda Italia. Las consecuencias fueron muy importantes también para su vida privada. Se estableció en Milán y entró a formar parte de la crema de la sociedad milanesa. Los principales salones de la aristocracia, los de la princesa Belgioioso, la duquesa Litta o la condesa Appiani le abrieron sus puertas. De esta época data también su relación amorosa con Giuditta Turina, esposa de un acaudalado comerciante y terrateniente. En una carta fechada en septiembre de 1828 dirigida a un amigo le dice: "Giuditta es una maravillosa mujer, muy rica y con todas las cualidades que la hacen deseable para cualquier hombre sensible. Desde que me ha conocido no asiste ya a fiestas y su único deseo es estar conmigo; creo que me ama verdaderamente. Cuando estamos juntos nos encontramos en perfecta armonía y ya no necesito ir, como hasta ahora, de una belleza en otra. Soy muy feliz".

Si las obras de ese período -“La straniera”, febrero de 1829; “Zaira”, mayo del mismo año - son composiciones inmaduras, con residuos todavía de otros modelos, sin definición de estilo y desiguales, no cabe culpar de ello a su actividad amorosa, mientras que sí parece probado que la naturaleza de Bellini no pudo resistir tanta búsqueda de personalidad en el trabajo y de placer en las mujeres y enfermó en la primavera de 1830. Bellini tuvo poco tiempo para componer “I Capuletti e i Monetcchi”, poco menos de dos meses. Si se tiene en cuenta la fama de lento que tenía, sorprende que lo pudiera conseguir. El secreto está en que aprovechó piezas de otra ópera suya que había fracasado con anterioridad, Zaira. Las adaptó, las rehizo y el resultado fue una ópera que triunfó de manera contundente en su estreno veneciano.

Felice Romani, el libretista de Bellini para esta ópera, se inspiró en las narraciones de Luigi Da Porto y de Matteo Bandelli, sobre el drama de Romeo y Julieta pero mucho menos en el drama shakesperian. “Capuleti e i Montecchi”, Dueto (Anna Netrebko, soprano & Joyce DiDonato, mezzo), Aria de Giuletta "Oh, quante volte" (Anna Netrebko, soprano), “Se Romeo l'uccise un figlio / La tremenda ultrice spada” (Anna Netrebko, soprano & Elina Garanca, mezzo) fue estrenada en Venecia en 1830, en España lo hizo en 1832.
Bellini se debatió varios días entre la vida y la muerte, superó diversas crisis y, tras un período de convalecencia en Moltrasio, regresó a Milán.


El manantial inagotable de melodías purísimas presente en el impulso lírico de Bellini se desbordó en 1831 con el estreno de “La sonnambula” , ópera en dos actos con libreto de Felici Romani, basado en un argumento de Eugène Scribe para un ballet-pantomima de Jean-Pierre Aumer "La Somnambule ou l'Arrivée d'un nouveau seigneur". Obtuvo un gran éxito que logró eclipsar el que había alcanzado su más inmediato rival, Donizetti, con el estreno, unos meses antes, de 'Ana Bolena'.

En el argumento, Amina, la protagonista, se lamenta por la pérdida de su amado Elvino, quien la ha abandonado por una combinación de celos y malentendidos. Amina es sonámbula, y en uno de sus episodios, se dirigió hasta la habitación de un joven y amaneció allí dormida, en esa cama ajena, pero con total ingenuidad. Enterado del hecho (aunque sin conocer toda la verdad), Elvino la desprecia, y ella no comprende por qué.
“Acto 1, escena 1” (María Callas, soprano); Elvino y Amina - "Prendi, l'anel ti donno" (Cecilia Bartoli - Amina, Juan Diego Florez – Elvino);
“Aria” Acto 2 (Anna Netrebko, soprano);

El libretista Felice Romani
El final del segundo acto muestra a Amina nuevamente como sonámbula caminando por una peligrosa cornisa, a la vista de todo el pueblo y del propio Elvino, quien la escucha cantar su célebre versos "Ah! non credea mirarti… Ah! non giunge” (Cecilia Bartoli), mientras ella acaricia con sus manos un antiguo ramo de flores ahora marchitas. Pocos momentos después, todo el enredo se soluciona y, ahora despierta y abrazada a su amor, Amina canta “Ah! Non giunge”, desbordante de felicidad.
La obra parece reflejar la dulce calma de los paisajes lombardos que tan beneficiosos fueron para el artista enfermo, al tiempo que se da en ella la gran eclosión del arte belliniano con una madurez adquirida casi repentinamente. En la música de “La sonnambula” está ya abiertamente expuesta la personalidad del músico, cuya inspiración se traducirá en unas melodías dulcísimas que exigen un canto puro, elegíaco, un estado de gracia insólito para recrear el candor y la delicadeza expresiva de unos sonidos surgidos espontáneamente del alma ingenua y enamorada de Bellini. La frase "Ah! non credea mirarti / Sì presto estinto, o fior" del aria "Ah! non credea mirarti" de La sonámbula está inscrita en la tumba de Bellini en la catedral de Catania, Sicilia.

Giuditta Pasta
Poco menos de un año transcurrió hasta la llegada de la gran obra maestra. El 26 de diciembre de 1831, en La Scala de Milán, con un reparto en el que figuraban Giuditta Pasta, Giuditta Grisi, Domenico Donzelli y Vincenzo Negrini, se estrenó la tragedia lírica en dos actos con libreto en italiano de Felice Romani “Norma”, con un fracaso atribuible sólo a causas ajenas a la valía artística de la ópera: las intrigas de la bella condesa rusa Samoyloff, amiga de Giovanni Pacini, el más claro adversario de Bellini, que tenía también anunciada una ópera en el mismo teatro, surtieron el efecto buscado. No obstante, el compositor no se afectó demasiado, convencido de que su ópera, a cuya gestación no había sido extraña Giuditta Pasta, tenía suficientes méritos para triunfar: «Soy joven y siento en mi alma la fuerza necesaria para tomar revancha.» Los éxitos de las cuarenta representaciones sucesivas de la ópera fueron para Bellini cumplido desquite.


Musicalmente, “Norma” (Maria Callas, soprano) se caracteriza por sus melodías largas, dramáticas, muy ornamentadas e intensamente emocionales. Entre los fragmentos inolvidables de esta ópera, quizá 'Casta diva' sea el aria de soprano más conocida de toda la historia de la música.

Norma:
"Casta Diva, che inargenti
Queste sacre antiche piante,
Al noi volgi il bel sembiante,
Senza nube e senza vel!
Tempra, o Diva,
Tempra tu de’ cori ardenti,
Tempra ancora lo zelo audace.
Spargi in terra quella pace
Che regnar tu fai nel ciel.
Ah! bello a me ritorna
Del fido amor primiero,
E contro il mondo intiero
Difesa a te sarò.
Ah! bello a me ritorna
Del raggio tuo sereno
E vita nel tuo seno
E patria e cielo avrò."

Maria Callas, como Norma, personaje que representó 89 veces en su carrera

"Casta diosa, que con tu esplendor de plata
iluminas estos antiguos y sagrados bosques,
vuelve hacia nosotros tu hermoso semblante
sin nube y sin velo.
Templa, oh diosa,
templa estos ardientes corazones,
templa su celo audaz,
y la paz que en el cielo
haces reinar derrama sobre la tierra.
Pero mi corazón no sabe castigarlo.
¡Ah! vuelve a mí, tan bello
como en tu primer y fiel amor,
y contra el mundo entero
tu defensa seré.
¡Ah! vuelve a mí, tan bello
con tu serena mirada,
y en tu pecho vida,
patria y cielo hallaré, sí."

Acto I
"Sinfonía" (Riccardo Muti & Le Vie dell'Amicizia)
"Ite sul colle / Dell'aura tua profetica" (Orquesta y coros del Tetro Regio de Torino).
"Meco all'altar di Venere" (Oghnyan Nicolov : Pollione)
"Me protegge, me difende" (Franco Corelli: Pollioni & Coro E Orchestra Del Teatro Alla Scala)
"Casta diva, cavatina de Norma" (Orchestre du Palacio de Bellas Artes, Choeur du Palacio de Bellas Artes, Tullio Serafin & Maria Callas)
"Ah! bello a me ritorna" (Monserrat Caballé: Norma & orquesta y coros del Tetro Regio de Torino)
"Sgombra è la sacra selva" (Adalgisa: Kate Aldrich & Orchestra e Coro del Teatro Comunale di Bologna)
"Va crudele, al dio spietato" / "E tu pure, ah, tu non sai" (Pollione, Adalgisa) (Adalgisa: Kate Aldrich, Pollione: Fabio Armiliato & Orchestra e Coro del Teatro Comunale di Bologna)

Norma y Adalgisa
"Sola, furtiva al tempio" (Norma: Daniela Dessì, Adalgisa: Kate Aldrich & Orchestra e Coro del Teatro Comunale di Bologna)
"Oh, non tremare o perfido" (Maria Callas: Norma, Christa Ludwig Adalgisa, Orchestra del Teatro alla Scala, Milano & Tullio Serafin)
"Oh! di qual sei tu vittima / Norma! De' tuoi rimproveri / Oh! qual traspare orribile" (Norma: Cecilia Bartoli; Adalgisa: Sumi Jo; Pollione: John Osborn)

Acto II
"Dormono entrambi! / Teneri figli" (Ghena Dimitrova: Norma)
"Deh, con te, con te li prendi / Mira, o Norma / Cedi! Deh, cedi! / Si fino all'ore estreme" (Norma: Dimitra Theodossiou & Adakgisa: Cellia Costèa)
"Guerra, guerra! Le galliche selve" (coro) (Orchestra e Coro del Teatro Comunale di Bologna)
"Mira O Norma” (Maria Callas: Norma - Ebe Stignani: Adalgisa & Coro e orchestra del teatro alla Scala)
"In mia man alfin tu sei" (Maria Callas: Norma & Mario Filippeschi: Pollione)
"Deh! non volerli vittime, finale" (Norma: Renata Scotto, Pollione: Giuseppe Giacomini, Oroveso: Paul Plishka & Ambrosian Opera Chorus, National Philharmonic Orchestra)


A pesar de sus momentos endebles, “Norma” es una obra renovadora en el arte de Bellini, que se muestra casi liberado de la influencia de Rossini y con un admirable afán por llevar a su música los sentimientos humanos con una presencia viva que ninguno de sus predecesores había conseguido.

Vincenzo Bellini
El vuelo lírico de la melodía es más amplio, la invención más distinguida, sin que jamás la armonización, ahora más variada e interesante, oculte la típica ternura del “melos belliniano”. Esta ternura y efusión se agigantan en “Norma” hasta convertirse en arranque apasionado que alcanzará también a los recitativos, penetrados de un vigor y de una concentración que los alejan del concepto convencional típico hasta entonces en la ópera italiana. Vive con ellos toda la tragedia que se sublima en las maravillosas arias o en los tensos diálogos.

Joan Sutherland en el papel de Norma
Norma y Adalgisa son dos personajes enteros: ésta con dulzura y timidez, con una aparición sentimental envuelta en un clima casi irreal; aquélla como una escultura de sonido, solemne, pasional, capaz de amar y de odiar con la misma vehemencia. Bellini ya no es aquí sólo el creador de melodías cristalinas; en “Norma” se desarrolla un movimiento dramático que se mantiene con fuerza en el conflicto de pasiones. El bel canto llegaba a su final, pero antes desarrolló toda su exigencia técnica y expuso su capacidad expresiva en esta ópera tan bella como difícil de interpretar.

“Beatrice di Tenda” (Joan Sutherland, Luciano Pavarotti) fue la siguiente composición de Bellini. La redacción del libreto fue motivo de muchas discusiones entre el compositor y el libretista, Felice Romani, y finalmente resultó un texto forzado y mediocre que originó una música demasiado convencional y no siempre interesante. Su estreno en Venecia, durante el Carnaval de 1833, tuvo una acogida cortés.

Carlo Pepoli
Durante el verano de 1834, Bellini empezó la composición de “I puritani”, que había de ser su última ópera. El libretista sería esta vez el conde Carlo Pepoli. También en este caso las cuestiones con el poeta irritaron al músico, quien en una carta le decía: «El buen drama para música es el que no tiene buen sentido.» La ópera debía estrenarse en el Théátre-Italien de París, ciudad en la que Bellini se instaló para escribir la partitura. El prestigio de que gozaba en la capital francesa le hizo esmerarse en la composición, particularmente en lo referente a la instrumentación y a la armonía, que, si bien resultan menos espontáneas que en Norma, son en cambio más elaboradas y sólidas. “I puritani” es un melodrama romántico trazado sobre los esquemas habituales, pero su construcción musical tiene un toque de excepcionalidad que la hace distinguirse de todas las creaciones similares de la época.


Entre las arias importantes a destacar de “I puritani” encontramos:
"A Te, o cara" (Acto I, Cuadro III) (Alfredo Kraus, Monserrat Caballé)
"Ah sì, son vergin vezzosa" (Acto I, Cuadro III) (Joan Sutherland, soprano) aria para soprano con coloraturas extremas donde la soprano tiene que mostrar un gran abanico de tonalidades.
"Credeasi, misera!" (Acto III) (Juan Diego Flórez Salom, tenor), aria para tenor caracterizada por tener un Fa sobreagudo interpretado por muy pocos tenores. En esta obra, la inspiración belliniana vuelve a fluir espontánea, rutilante, aristocrática y lírica; la melodía es de una pureza exquisita, perfecta en el trazado para el lucimiento de las voces y para la exposición de todas sus facultades expresivas.

Catedral de Sant'Agata, en Catania
Mientras la ópera “I Puritani” tomaba vuelo, Bellini se sintió mal otra vez, y murió unos meses más tarde, a los 34 años de edad y encontrándose en la cima de su poder creativo.
Enterrado en el cementerio del Pere Lachaise, en 1876 se efectuó el traslado de los restos del compositor a la catedral de Sant'Agata en su Catania natal.

La belleza de la melodía belliniana

En “I puritani”, quizás en mayor medida que en “Norma”, nos hallamos con la dificultad de tener que analizar una música sin correr el riesgo de destruir ese encanto mágico, ese algo indefinible y frágil, esa expresión de repente generosa y etérea que reside en la fantasía musical de Bellini. Por supuesto, es poco interesante la referencia a los procesos armónico y orquestal en la obra belliniana, cuestión tantas veces criticada inútilmente, porque ambos procesos deben aceptarse en función de un estilo personalísimo.

Vincenzo Bellini
El arte de Bellini reside en el acento tierno y elegíaco de una melodía infinitamente bella, a la que le resultaría extraño cualquier otro ropaje que no sea el que el propio compositor estableció. Bizet quiso reorquestar “Norma” y hubo de renunciar a ello después del primer acto, porque, si bien su trabajo era superior al original, resultaba extrañamente ajeno al clima general de la ópera. Lo que en “La sonnambula” era un descubrimiento delicioso de personalidad creativa se confirmó con calidades emocionantes en “Norma” e “I puritani”. El matiz de los tonos, el recitativo dramático, el arte de la acentuación y la invención de motivos primorosos encontraron en la devoción por el canto la principal razón de ser de la música de Bellini.

Monumento a Bellini en Catania
En ella se produce una nobleza de sentimiento artístico que va más allá de lo usual, porque ya no se trata sólo de una exhibición de potencia vocal o de habilidades técnicas; el bel canto belliniano no condiciona la potencia dramática al imperativo de la ornamentación, que surge para recrearse en el pasaje estático, cuando al clima contemplativo le conviene, como en el aria «Casta diva», pero nunca interrumpe el desarrollo dramático.
Ildebrando Pizzetti, uno de los grandes estudiosos del arte belliniano, dijo: "Buscaremos los caracteres específicos y esenciales del arte de Bellini, del genio belliniano, en la música nacida en aquellos lugares en que el pulso del drama late con más rapidez y más fuerza; allí donde el conjunto más o menos intrincado de acontecimientos y un contraste de sentimientos y acciones más o menos profundos determinan en el personaje dramático un estado anímico singularmente importante."
Esta condición de expresividad fue la gran aportación de la trilogía Rossini-Donizetti-Bellini al bel canto, que no pudo tener continuadores porque el genio de Verdi exigió otro lenguaje.

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