26 octubre 2012

Charlie Barnet


El 26 de octubre de 1913 nació en New York en el seno de una familia adinerada y con gran influencia en la alta sociedad neoyorquina, Charlie Barnet, compositor, saxofonista y director de orquesta de jazz. Charlie Barnet dirigió una banda muy popular desde 1933 hasta finales de los cuarenta y fue uno de los primeros directores de banda blancos que contrató a músicos negros.

Introdujo a la desconocida Lena Horne en 1941 e incluyó muchos músicos notorios en sus formaciones como Trummy Young, Frankie Newton, Clark Terry,  Charlie Shavers, Dizzy Gillespie y Oscar Pettiford. También tuvo el honor de ser en 1934 la primera banda blanca que actuó en el legendario Apollo Theater de Harlem.

Su estilo estaba basado en la fórmula de riffs enérgicos de Basie, pero también era un admirador confeso de Duke Ellington, e intentó añadir elementos de las sofisticadas armonías del 'duque' en sus propias composiciones. Se le recuerda mejor por los arreglos que hizo de la muchas veces versionada 'Cherokee' de Billy May en 1939, pero disfrutó de muchos otros éxitos con otras canciones basadas en los riffs, incluyendo 'Pompton turnpike' y 'Redskin Rhumba', ambas de 1940 y su popular 'Skyliner'.

En los años cuarenta comienza a aparecer en varios films producidos en Hollywood, lo que le proporcionó gran proyección, reforzando el gran éxito que obtuvo su banda con 'Cherokee'.
En 1947 su orquesta contaba con Clark Terry, Maynard Ferguson, Doc Severinsen, Rolf Ericson y Ray Wetzel como trompetistas y Barnet estaba dispuesto a dar el salto al bop, pero pronto perdió el interés,
Intentó convertirse -sin éxito- en actor y, en 1949, Barnet disolvió su banda. Se alejó de la escena musical, involucrándose en negocios de restauración y apareciendo sólo de forma fugaz en locales de Nueva York y Las Vegas, aunque sus numerosos matrimonios y divorcios (se casó once veces) le hicieron protagonista de más de una portada de la prensa del corazón. Su última grabación fue en 1966. Murió a los 77 años en septiembre de 1991.

Domenico Scarlatti


El 26 de octubre de 1685 nació el músico italiano Domenico Scarlatti, excelente intérprete, experto conocedor de la técnica instrumental y fecundo compositor de un valioso patrimonio de producción clavecinística. Nacido el mismo año que J. S. Bach  y G. F. Haendel, ocupa en la historia de la música una posición intermedia entre el gran estilo contrapuntístico barroco y el espíritu más sencillo y ligero del posterior período galante, del que se le puede considerar precursor, sobre todo por sus más de quinientas sonatas para clave.

Su padre, Allessandro Scarlatti
Ocupa el sexto lugar de entre los diez hijos que tuvo el matrimonio formado por Alessandro Scarlatti y Antonia Anzalone. La educación autoritaria y el fuerte dominio ejercidos por su padre marcaron sus primeros pasos en la música. Alessandro guía la primera etapa de formación del joven, así como sus comienzos profesionales. Completa su actividad por estos años con un puesto secundario en el Vaticano, como maestro de la Capilla Julia, compaginándolo con algún que otro trabajo ocasional para la embajada portuguesa, alcanzando ya 32 años de edad, y consiguiendo legalmente la emancipación de la tutela paterna. Durante esta etapa su composición se dedica a música religiosa, serenatas y óperas.

Juan V de Portugal
En 1719 acepta la propuesta del embajador portugués de instalarse en Lisboa. El rey Juan V de Portugal (1707-1750) fue un gran melómano y conocedor de la tradición musical de Alemania y Austria, admirador de la música litúrgica y de cámara. En mayo de 1728 contrae matrimonio en Roma con María Catalina Gentili, y entre 1729-1733, el compositor se establece en Sevilla, donde reside en la corte, contribuyendo con su arte a mejorar el débil estado anímico de Felipe V.

Las tres últimas décadas de su vida transcurren en España (primero en Sevilla y luego en Madrid). En 1738 Scarlatti ya se había instalado en Madrid, tenía 53 años y había quedado viudo de su primera mujer, con quien había tenido cinco hijos, tres de ellos nacidos en Sevilla. Anastasia, la segunda esposa de Domenico era gaditana. Los últimos años de Scarlatti son de absoluta discreción. Se retira al servicio de una antigua discípula, dedicando toda su atención a la creación musical para instrumentos de teclado. El maestro fallece en Madrid, en su domicilio privado de la calle Leganitos, el 23 de julio de 1757.

A la edad de 34 años, Scarlatti era ya un prestigioso compositor de óperas, pero esta parcela de creación se verá interrumpida pronto debido a su traslado a Lisboa, donde fundamentalmente cultiva la música religiosa, que acompañaba a ceremonias reales y de iglesia. Escribe varios salmos y cantatas. Destaca entre su producción de esta época, el “Stabat Mater” para voces y órgano.
Pero sin duda, su obra maestra es la colección de “Sonatas para clave”, llenas de serenidad y fantasía, desarrolladas en un estilo magistral, sin perder por ello, la sencillez.

Sólo una minúscula fracción de su producción se publicó durante la vida del compositor. Parece que el mismo Scarlatti supervisó la publicación en 1738 de su colección más famosa, una antología de treinta sonatas que tituló “Essercizi per gravicemvalo”, que fue recibida con entusiasmo por el más destacado musicólogo del siglo XIX, Charles Burney. Aún hoy, la mayoría del repertorio scarlattiano interpretado en concierto está basado en los “Essercizi”.
Sin embargo, nos han llegado 555 sonatas bipartitas, siendo todas esencialmente de un solo movimiento divididas en dos partes iguales (y repetidas), pero comprenden una gama sorprendente de expresión musical e invención formal.


Las sonatas scarlattianas poseen una estructura que responde a una forma binaria compuesta por dos partes sensiblemente iguales, que está prevista que se repitan. La primera parte finaliza a menudo en la nota dominante y la segunda siempre en la tónica. Las cadencias con que se concluyen cada una de las dos partes son similares.

Hay pocas excepciones a este esquema básico. Scarlatti, gran creador de ideas musicales, no se preocupó en exceso de renovar las formas musicales de su época. Muchos grandes pianistas han interpretado sus sonatas: “Sonata en re menor, K5 - L267” (W. Horowitz); “Sonata en Fa # menor, K25- L481” (W. Horowitz); “Sonata K159 en Re mayor” (Ivo Pogorelich); “Sonata en re mayor -Tempo di Ballo” K430 (L463) (Glenn Gould); “Sonata L 33” (Horowitz); “Sonata K 20” (Ivo Pogorelich).

A primera vista la limpia y ordenada escritura de sus sonatas haría pensar que la ejecución de estas obras es relativamente sencilla. Nada más lejos de la realidad. La claridad de su pentagrama esconde terribles dificultades para el músico que las interpreta. Algunas contienen cambios de mano, saltos de octavas, complicados arpegios y escalas rapidísimas. En cuanto al ritmo, sus obras para teclado están animadas por un carácter vivo y variado, con una notable influencia de la rítmica de los aires populares de la música española. En numerosas ocasiones se escuchan células rítmicas que podríamos calificar de “ostinati” que recorren toda la longitud de la sonata y recuerdan a los del pulso de la guitarra flamenca. Se escuchan en su clave las notas repetidas de los instrumentos de cuerda pulsada o las castañuelas percutidas repetidamente.

Pero quizá el rasgo más sorprendente del arte de Domenico Scarlatti es su extraordinaria habilidad para la modulación, una de las marcas de estilo más sorprendentes del genio del napolitano. Es capaz de recorrer con ella todas las tonalidades dentro de una obra. Unas son en progresión, otras aparecen a intervalos, en ocasiones son abruptas: en estos casos, el oyente es llevado sin transición a otra región tonal, a veces muy alejada (a menudo un tono entero, otras veces una tercera). Observamos que el estilo italiano predomina en buena parte de ellas; otras en cambio, presentan características que podrían relacionarse con las formas musicales populares portuguesas (precedente del Fado), como es el caso de la “Sonata K 426” (Yevgeny Sudbin):


También encontramos una gran influencia del folclore andaluz en su obra clavecinística. Como ejemplo citaremos tres sonatas correlativas en su ordenación:

Clavecín
la “K. 490" (T. Pinnot), que está construida sobre los redobles de tambor, y melismas de la saeta; la “K. 491”, es una danza que recrea el típico aire de sevillana; y la “Sonata K. 492 en Re mayor” (T. Pinnot), que muestra una bulería, en los ritmos y en la melodía de la danza. Estas tres espléndidas páginas representan pues un claro arquetipo de aire andaluz en la obra scarlattiana. Pero no son las únicas. Encontramos gran número de sonatas basadas en modelos y diseños andaluces: la "K. 450” (Alexis Weissenberg), que es un tango gaditano; la “K. 516” (Maria Grinberg, piano) es un fandango andaluz; y la “K. 502”, inspirada en una petenera.

Apuntamos como dato curioso el uso del modo “frigio” en su composición, que como sabemos es habitual en la mayoría de la música popular andaluza. Su escritura incluye en ocasiones el uso de la versión morisca del modo frigio, que era característico entonces de los gitanos.
Vemos reflejada esta práctica en las Sonatas “K. 116” (Yuri Egorov, piano) y en la “K. 519” (Bonaventura), donde también se advierte el típico cambio rítmico andaluz de 3/8 a 3/4 y el cambio de tonalidad mayor a menor.

El puerto de Sevilla en 1740
La influencia andaluza es palpable en otras muchas sonatas, como ocurre en la “K. 6” (Scott Ross), uno de los treinta “Essercizi”, publicados en Londres en 1738.
Es evidente que el creador italiano se había empapado de los rasgos autóctonos del arte andaluz, durante su estancia en Sevilla, asimilando por completo la naturaleza armónica de esta música tan característica. Particularmente interesante resulta esta profundización en materia de folclore andaluz, que posteriormente, ha sido objeto de estudio por parte de otros compositores, entre ellos Manuel de Falla, gran estudioso y admirador del legado “scarlattiano”. En la fecha de su publicación puede leerse en el prólogo estas palabras del propio Scarlatti, dirigidas al lector:
“No esperes en estas obras (que se publican sin interés ni ambición, sino sólo por obediencia) una profunda composición, pues sólo son bromas ingeniosas del Arte, para que consigas adiestrarte con desenvoltura en el clavicémbalo. Espero sean de tu agrado y después, más gustosamente obedeceré a otros mandatos para complacerte en un estilo más fácil y variado. ¡Vive feliz!”.


Obra coral
Antes de su llegada a España, Domenico Scarlatti había estrenado en Italia más de una decena de óperas que seguían la estela de las de su padre, Alessandro y que recurrían al estilo vocal del bel canto, cuyo triunfo ayudaron a imponer los Scarlatti. Cabe mencionar “Orlando” (1711), “Tetide in Sciro” (1712) (Anna German & Chamber ensemble "Con moto ma cantabile"), “Ifigenia in Aulide” e “Ifigenia in Tauride” (1713), “Amor d'un'ombra”, - Dio D'Amor e Caro Dardo” (1714) (Olalla Aleman, soprano; Xavier Sabata, contratenor) o “Amleto” (1715).

También compone una importante obra de polifonía vocal religiosa, entre la que se encuentra su “Stabat Mater” a diez voces (Les cris de Paris & dir. Geoffroy Jourdain)—escrito al “stilo antiquo” de la polifonía renacentista de tradición católica romana e hispánica para diez voces solistas en estilo contrapuntístico—, “Salve Regina” (Tafelmusik Baroque & Jeanne Lamon), la misa breve «La stella», un oratorio, varios “Te Deum”- “The Feast of All Saints” y “Magníficat” 1-4/10, 5-6/10, 7-10/10 (Concerto Italiano & Dir. Rinaldo Alessandrini).

Asímismo compuso un abundante número de cantatas de chiesa y de cantatas da camera profanas, entre las que pueden citarse la I «O qual meco, o Nice», "Pur nel sonno almen talora" (Lavinia Bertotti; soprano, Ensemble italiano), la III «Dir vorrei», o la VII «Scritte con falso inganno» (Patrizia Ciofi, soprano:Il Complesso Barrocco).