02 julio 2012

Christoph Willibald Gluck


El 2 de julio de 1714 nació en Erasbach el compositor alemán de origen bohemio Christoph Willibald Ritter von Gluck. Hijo de un inspector forestal, debido a su carácter inquieto, se fugó de casa, ganándose el pan como músico ambulante. Posteriormente se reconcilió con su padre y estudió en la universidad de Praga.

Christoph Willibald Gluck
Durante muchos años compuso óperas italianas de corte bastante tradicional, conocía muy bien este género ya que había estudiado música en Milán. Fruto de estas enseñanzas fue su primera ópera seria, "Artajerjes" (1741) según el estilo italiano entonces imperante. Dado el éxito alcanzado, Gluck dio a la escena nuevos títulos, entre ellos “Il Tigrane” (1743), “Semíramis reconocida” (1748) en Viena, “La clemencia de Tito” (1752) y “La Cinesi” (1754) (Guy de Mey & Orchestra of the Schola Cantorum Basiliensis , René Jacobs). Ninguno de ellos dejaba entrever las innovaciones que le harían célebre, antes al contrario se adaptaban plenamente a las convenciones formales de la ópera seria. Sin embargo, la importancia de Gluck se debe a que propugnó la primera gran reforma de la ópera - la segunda correspondería a Richard Wagner un siglo después - de hecho ambos compositores, a pesar de la distancia en el tiempo, compartían bastantes planteamientos teóricos sobre el drama musical, como queda reflejado en el manifiesto wagneriano "Oper und Drama". También es evidente la influencia de Gluck sobre el joven Mozart.

Christoph Willibald Gluck
Lo que verdaderamente pretendía la reforma gluckiniana era acabar con los excesos de la recargada ópera barroca italiana, es decir, purificar y ennoblecer el género mediante la sobriedad en las voces, acabar con la auténtica dictadura de los convencionalismos y la tiranía de los cantantes. Y es que la ópera barroca se había convertido en un mero instrumento para el exhibicionismo vocal de los “castrati”. Esta sobriedad, debía estar rematada por una total economía argumental y del texto, dejando atrás las complejas e inverosímiles tramas, las tortuosas intrigas amorosas de la ópera barroca que Gluck detestaba profundamente: "La semplecità, la verità e la naturalezza". Con todo esto Gluck pretendía que la ópera fuera capaz, sin despistar al espectador, de transmitir la nobleza de drama clásico por encima de los aspectos superficiales, es decir, buscaba equiparar la ópera a la tragedia griega. Es definitiva, lo que compositor pretendía era realizar la transición musical del arte barroco al neoclásico.


La primera "ópera reformada" estrenada en Viena en 1762, con libreto de otro gran innovador, Ranieri Calzabigi, fue “Orfeo ed Euridice” cuyo estreno fue un auténtico éxito en Viena:

- Acto 1, Escena 1 “Ah, se intorno a quest'urna funesta”
- “Danza de los espíritus felices” ballet
- Acto 3, Escenas 1 & 2: Recitativo + 'Che farò senza Euridice?'
- Acto 3, Escena 3 : “Divo Amore”
(Dame Janet Baker, mezzo-soprano; Raymond Leppard dir. & The London Philharmonic)

Modestamente, Gluck atribuía el mérito de la reforma a su libretista. El siguiente trabajo conjunto fue “Alceste”:  - “Obertura” (Wilhelm Furtwängler, dir. & Wiener Philharmoniker)
- Arias "Ah malgré moi" (Acto 2) y "Ah divinités implacables" (Acto 3) (Jessye Norman).
Un tercer intento de reforma operística lo constituyó su siguiente título: “Paride ed Elena” (1770) Aria "O del mio dolce ardor” (Teresa Berganza) , obra que no fue precisamente bien acogida.


Años antes, Gluck había sido en la corte vienesa profesor de canto de los hijos de la emperatriz María Teresa, entre ellos estaba la futura reina de Francia María Antonieta.

María Antonieta
Esto le permitió trasladarse a París donde disfrutó de su protección. Después de haber revitalizado la ópera seria, dedicó sus esfuerzos a reformar la “tragédie lyrique”. De este modo pudo estrenar en abril de 1774, su nueva aportación a la ópera neoclásica, “Iphigénie en Aulide” que sólo fue aplaudida por el apoyo incondicional que le prestó la reina, iniciando las ovaciones.


También estrenó el mismo año la versión francesa de “Orfeo” (Orphée et Eurydice).
“The Furies”, (Richard Croft, tenor) - “Dance of the Furies”, sustituyendo el papel de Orfeo por un tenor y dotando a la obra con un extenso ballet.

Christoph Willibald Gluck
En París las creaciones de Gluck suscitaron una amplia polémica entre los partidarios de la renovada tradición francesa que tomaron al alemán como estandarte, y los defensores de la ópera italiana, que eran muchos y contaban con el apoyo de los enciclopedistas. Según éstos, la única "actitud progresista" en materia de música era la aceptación de la superioridad de la ópera italiana, según Rosseau era un hecho doloroso pero innegable que la lengua francesa era inadecuada para la ópera.

Nicolò Piccini
El bando italianista envió una delegación a Roma para reclutar a Nicolò Piccini (1728-1800), un compositor de cualidades limitadas pero de un gran carisma, su ópera “La buona figliula” había hecho reír y llorar a media Europa. Piccini escribió unas cien óperas, muchas de ellas dentro del estilo bufo napolitano al que pertenecían también “Cimarosa y Paisiello”. La verdad es que, comparado con Gluck, el estilo de Piccini resulta bastante frívolo. Presidiendo el partido italianista se encontraba el crítico Jean François Marmontel, director del teatro, un infame agitador que llevó el conflicto a una guerra total cuando publicó un ensayo difamatorio ensalzando a Piccini y tratando de incompetente a Gluck.

Mientras Gluck y Piccini se respetaban mutuamente, sus partidarios pasaron del conflicto puramente artístico al enfrentamiento físico, casi al estilo de los actuales hooligans. Basta leer las crónicas de la época para afirmar que asistir a una representación de ópera en París podía a ser algo incluso peligroso. Algo similar ocurrirá cien años después en Italia con los seguidores de Wagner y de Verdi, especialmente en Bolonia. Marmontel, buscando mayor crispación si cabe, encargó a ambos poner música a “Roland de Quinault”, Gluck descubrió que Piccini había sido favorecido, llevaba trabajando durante varias semanas en el proyecto, así decidió abandonar y poner música a su “Armide” última escena: “Le perfide Renaud quand le barbare” (Patricia Petibon)

El siguiente duelo operístico fue “Iphigénie en Tauride” (1777) (Galstian, Gilfry, Van der Walt, Christie, Guth & Opernhaus Zurich)
- Aria "O dolce suol natio....O sventurata Ifigenia" (María Callas, soprano)
- Aria "O toi qui prolongeas mes jours" (Régine Crespin, soprano & L'Orchestre de la Suisse Romande).
- Aria "O malhereuse Iphigenie" (Suzanne Balguerie, soprano)El trabajo presentado por Gluck fue un gran éxito, la ópera está considerada por muchos como su obra maestra, como su testamento musical.


La versión Piccini, estrenada con mucho retraso no ha pasado precisamente a la historia, aunque tuvo un moderado éxito. Las rivalidades entre los dos bandos se prolongaron incluso después de la partida de Gluck a Viena. En 1942, el compositor alemán Richard Strauss ambientó su ópera “Capriccio” en París, en plena guerra entre gluckinistas y piccinistas.

El último trabajo parisino de Gluck, “Echo et Narcisse”, no tuvo el éxito esperado. Ello se debió, en parte a la debilidad del libreto del Barón von Tschudi. Gluck, decepcionado por la pobre recepción y alarmado por un ataque de apoplejía, se retiró a Viena, donde ocupó nuevamente un cargo en la corte. Entabló una cierta amistad con Leopold y Wolfgang Amadeus Mozart en los últimos años de su vida. Christoph Willibald Gluck, murió de un segundo ataque de apoplejía después de desafiar a su médico (que le había prohibido la bebida), el 15 de noviembre de 1787.
 A pesar de que Gluck fue muy popular y recibió grandes honores en su tiempo, muchísimos más que Mozart, pasó al olvido durante el siglo XIX y fue durante el pasado siglo XX cuando se produjo una revitalización de su obra, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial. "Melodía" ("Dance of the Blessed Spirits") (Renaud Capuçon violín & Jerôme Ducros piano)