09 marzo 2012

Samuel Barber


El 9 de Marzo de 1910 nació en West Cheste, (Pensylvania), Samuel Barber, compositor estadounidense de estilo neorromántico, propio del siglo XIX.  Fue un músico prodigio que a los siete años componía obras vocales e instrumentales. A los diez años escribió una opereta “The Rose Tree”. Su talento musical fue canalizado por un tío y una tía: el primero era el compositor Sydney Homer, quien lo apoyó durante 25 años de su carrera y le indujo el gusto por las obras románticas y su tía era Louise Homer una contralto.

Samuel Barber
En 1924 Barber había ingresado en el Instituto Curtis de Filadelfia donde, estudia el piano bajo la guía de George Boyle, el canto con Gorgona y la composición con Scalero. En el otoño de aquel año llegó a esa institución un joven italiano nacido en 1911, de nombre Gian Carlo Menotti, quien relata cómo cruzó su camino con el “americano”:
“Al llegar hablaba muy poco inglés. La primera persona que conocí en la escuela fue Sam Barber. Era el único alumno allí que hablaba fluidamente francés e italiano. Así pues, nos hicimos amigos inmediatamente, y amigos de por vida.

Gian Carlo Menotti
Era un joven excepcionalmente instruido, además de haber viajado bastante, y era inmensamente popular, no sólo por ser muy atractivo físicamente, sino por sus talentos. Tenía una hermosa voz de barítono, además de ser un extraordinario pianista y, por supuesto, un compositor estrella. Por ello, Barber siempre fue uno de los alumnos más respetados del Conservatorio (…) La noche en que nos hicimos amigos, recuerdo bien que él se burló de que yo viniera de Milán, donde mi educación musical consistía en óperas y los clásicos de siempre. Pero no sabíamos nada de Brahms, Ravel, o Debussy. Así, mi relación con Sam se desarrolló al abrigo de la música de Brahms.”

Samuel Barber
Antes de ese afortunado encuentro, Barber había pasado todo el verano en Europa, donde conoció a otro de los amores de su vida: la cultura y la sociedad del viejo mundo, amor que (similar al cariño que le profesó a Menotti hasta el último día de su vida) permaneció intacto a lo largo de su carrera. En ese lapso le dio tiempo para terminar algunas partituras que había dejado inconclusas. La aventura juvenil de Barber incluyó Francia, Italia, Alemania y Suiza, donde se dejó llevar por el estilo de vida, el teatro, conciertos, y perfeccionó su francés leyendo las novelas de Flaubert.

Fue en el viejo continente donde tomó contacto con la música de los post-románticos. Amplió sus estudios de canto y dirección orquestal en Viena con John Braun y, a partir de la década de los años 30, comenzó a cantar como barítono profesional. Durante su corta carrera como cantante realizó la grabación de su propia serie de canciones “Dover Beach”, basadas en textos de Matthew Arnold, por la que recibió numerosos elogios.
En 1928 le fue concedido su primer galardón como compositor: el premio Bear por su “Sonata para Violín”. Tres años más tarde, volvió a ganar el citado premio con su obertura “The School for Scandal”. En 1934 le fue otorgado el Premio de Roma, que le posibilitó pasar dos años en la capital italiana. Allí escribió su “Symphony in One Movement”, estrenada en el Festival de Salzburgo en 1937.


En 1938, Toscanini dirigió en Nueva York su primer “Ensayo para orquesta” (1937) y su “Adagio para cuerda” (extracto del Cuarteto para cuerda op.11, de 1936), interpretados por la Orquesta Sinfónica de la NBC. En plena contienda mundial, adquirió junto a Menotti la casa de campo “Capricorn”, que se convertiría pronto en lugar de reunión para intelectuales y artistas. En ese período compuso su “Segunda Sinfonía” -un encargo del ejército del aire americano-, así como su “Concierto para Violonchelo” y la canción orquestal “Knoxville: Summer of 1915”.

En 1946, nada más acabar la Segunda Guerra Mundial, escribió el ballet “Medea” por encargo de la bailarina y coreógrafa Martha Graham. También recibió un encargo para celebrar el 25 aniversario de la Liga Americana de Compositores que se materializó en su “Sonata Para Piano” (1949), estrenada por Vladimir Horowitz. En el campo de la ópera se introdujo con “Vanessa”, estrenada en 1958 en el Metropolitan Opera de Nueva York y ganadora de un Premio Pulitzer.

Barber y Menotti en 1958
Barber fue un tradicionalista que nunca abandonó la tonalidad. Igual que la mayor parte de los grandes compositores, demostró un sano interés por todos los tipos de música. Estudió partituras de compositores tan divergentes en cuanto a estilo como Boulez, Schöenberg y Webern, pero siempre se mantuvo obstinadamente resistente a las influencias ajenas a su propia estética. Siguió su propio lirismo con integridad, sin preocuparse por el hecho de que su música gozara o no del favor de la gente en un momento determinado. A veces, Barber fue ridiculizado por otros compositores menos que generosos, cuya música más austera no lograba obtener la amplia aceptación de la que gozaba Barber. Barber nunca se vio arrastrado por celos mezquinos.

En 1971 declaró: "Yo escribo lo que siento. No soy un compositor tímido... Se dice que no tengo ningún estilo en absoluto, pero no importa. Como se suele decir, yo sigo haciendo lo mío. Creo que para esto se necesita un cierto coraje." El fracaso tras el estreno de su tercera ópera "Antony and Cleopatra" en 1966 le sumió en una depresión y pasó varios años retirado de la escena pública aunque continuó componiendo hasta su muerte en enero de 1981 a los 70 años.


La Primera sinfonía
La Primera sinfonía de Barber constituye, en sus apenas veinte minutos de duración, un despliegue de virtuosismo orquestal así como de transparencia y lirismo en la expresión. Después del primer compás de introducción, las cuerdas exponen con fascinante lirismo el primer tema recurrente en la partitura “Allegro ma non Troppo”.

Posteriormente, y con varios trazos de profundo dramatismo delineados con varios silencios, esta sección se conecta con el scherzo, de carácter hiperactivo y realzado por los stacatti que aquí se escuchan, y con un constante jugueteo entre alientos y cuerdas bajo la constante métrica de 6/8. Al concluir esta parte escuchamos a los fagotes y clarinetes que, tenuemente, nos conducen al "Andante tranquilo" (Leonard Slatkin, dir. & Orchestra, St. Louis Symphony Orchestra); éste inicia con una amorosa melodía en el oboe enmarcada por una atmósfera vaporosa en las cuerdas y el arpa. Aquí podemos decir que encontramos a Barber en su máxima expresión, empleando lirismo, fuerza, tensión y amor hecho sonidos.

Esta sección lenta poco a poco va cobrando mayor intensidad al retomar los violines la melodía del oboe, hasta estallar en una potente proclama de los metales que, a su vez, conducen a la parte final de la Sinfonía, en forma de un pasacalle (Saint Louis Symphony Orchestra, dir. Leonard Slatkin).
Así como ocurre en la sección anterior, Barber construye un clímax magnífico de dimensiones impresionantes, en el que las cuerdas tocan con pasión y las trompetas y timbales nos llevan hacia la coda final, aún más excitante y poderosa en su carácter. En ese sentido, y no en balde, casi la totalidad de la producción de Samuel Barber -cuyo estilo de composición siempre estuvo guiado por un romanticismo exacerbado e intenso- nos deja ver su lado más humano, sensible, originado por el amor.


El “Adagio”
Esta pieza escrita en Roma en 1936, es un arreglo para orquesta de cuerdas, del movimiento lento del "Cuarteto de Cuerdas" Op. 11 en si menor. La partitura fue enviada al director italiano Arturo Toscanini para una serie de conciertos, siendo estrenada el 5 de Noviembre de 1938 con la Sinfónica NBC en una transmisión radial. El "Adagio" (Leonard Slatkin, dir. & The BBC Orchestra) tuvo un gran éxito y desde entonces es una de las piezas del sigo XX más ejecutadas.
Las melodías de Barber que cautiva al oyente en la intimidad de su alma, se construyen con largas notas de pedal, sustentadas casi al infinito, lo cual una sensación profunda de soledad, tristeza y nostalgia.

El “Adagio” es una melodía sencilla desde el punto de vista técnico, pero con cambios de modalidad algo complejos, que ayudan a crear una atmósfera de gravedad de gran belleza. La obra se inicia serenamente con la melodía principal por parte de las violas y violoncelos. Luego el tema es retomado por los violines y desarrollado hasta los registros más agudos en donde alcanza un clímax en notas alargadas y desgarradoras. Después de una pausa prolongada el tema pasa de nuevo a los violoncelos que lo ejecutan suavemente con aire de resignación hasta que la melodía se disipa de manera imperceptible. Posteriormente, en 1967, hizo un arreglo para coro mixto como “Agnus Dei” (The Choir of Trinity College, dir. Richard Marlow). Ambas versiones, tanto la instrumental como la coral han sido interpretadas en numerosas ocasiones durante funerales de estado (Franklin Roosevelt, Gracia de Monaco, Albert Einstein...)


Concierto para violín
Una obra llena de gracia, exquisitez y encanto, que se ha ganado un puesto importante en el repertorio es el "Concierto para violín" Op. 14, que compuso Samuel Barber en 1939.

Barber en 1938
El primer movimiento, Allegro (Giora Schmidt, violin; Itzhak Perlman, conductor & The Israel Philharmonic Orchestra) en forma de sonata clásica, presenta dos temas contrastantes que se exponen de acuerdo a la conocida formula secuencial: Presentación, desarrollo, recapitulación. La composición es equilibrada en todo momento en la correcta articulación del diálogo entre el violín y la orquesta.
El segundo movimiento Andante (Giora Schmidt, violin; Itzhak Perlman, conductor & The Israel Philharmonic Orchestra) se inicia con una suave y ondulante melodía por parte del corno inglés.

Es una bella música que va migrando, primero hacia los violines y las violas, luego a las maderas y finalmente es tomada por el solista que la desarrolla en todo su potencial expresivo. Llegamos a una especie de diálogo íntimo, de gran virtuosismo entre la orquesta y el violín, que se eleva hasta un clímax bastante vivo y apasionado.
El tercer movimiento Presto in moto perpetuo (Giora Schmidt, violin; Itzhak Perlman, conductor & The Israel Philharmonic Orchestra) despliega un ágil y acelerado juego melódico que se desarrolla en base a un ritmo de danza sumamente complicado llevado por el violín de manera casi frenética. El movimiento perpetuo describe figuras musicales sin descanso alguno.

• Otras obras destacables:
- “Interludios” (1931, 32) (John Browning, piano)
- “The School for Scandal” (1933) (Yoel Levi & Atlanta Symphony Orchestra).
- “Essay for Orchestra Nº 1” (Ensayo para orquesta) (Royal Scottish National Orchestra & dir. Marin Alsop)
- “Sonata para violonchelo piano y violín”, opus 22 (1945) (Alfred Schnittke, violonchelo)
- “Ballet Medea” (1946), (The Cave of the Heart), suite compuesta para la bailarina estadounidense Martha Graham.
- “Souvenirs Op. 28” (1951 -52) III. Pas De Deux (Daniel Pollack, piano)

- “Nocturne, Op. 33” Homenaje a John Field (1959) (John Browning, piano)
- “Concierto para piano y orquesta”, opus 38 (1962): Canzone (John Browning, piano &
George Szell, Cleveland Orchestra)
- “Fudograph of a Yestern Scene” (pieza orquestal-1971) (New Zealand Symphony Orchestra & Andrew Schenck).
- “Ballade Opus 46” (John Browning, piano)
- “Ensayo para orquesta nº3” (1981) (Royal Scottish National Orchestra & Marin Alsop)

Antonio Molina


El 9 de marzo de 1928 nació en Málaga el actor y cantante español de copla y flamenco Antonio Molina. Con su voz cristalina y su falsete inconfundible fue muy popular en España en los años cincuenta y sesenta con canciones como 'Soy minero', 'Soy un pobre presidiario', 'Cocinero, cocinero', 'Maria de los Remedios' o 'Yo quiero ser mataor', muchas de ellas interpretadas en las películas que protagonizó. Padre de Ángela, Paula, Mónica y Micky, Antonio Molina murió en marzo de 1992 a los 64 años.