04 septiembre 2012

Anton Bruckner


El 4 de septiembre de 1824 nació en Ansfelden, cerca de Linz, el compositor y organista austriaco Anton Bruckner. Recibió sus primeras enseñanzas musicales en la misma escuela de Ansfelden. Su abuelo y su padre eran maestros de escuela y, siguiendo la tradición, él también tendría que serlo, por lo que le enviaron a casa de su tío Johann Baptista Weiss, organista y maestro de Hörsching, para ampliar y mejorar su educación.

Allí fue donde Bruckner aprendió a tocar el órgano, empezó a estudiar composición y se familiarizó con la música sacra. Pero su estancia en Hörsching se interrumpió en 1837 debido a la enfermedad y muerte de su padre. Su familia decidió trasladarse a las afueras de Linz y él fue enviado a continuar sus estudios a la Abadía de San Florian, una institución religiosa y cultural de gran prestigio. Bruckner concluyó su aprendizaje en 1841 y fue destinado como ayudante de maestro de escuela al pueblo de Windhaag. Pero su deseo era dedicarse a la música y la composición, y se presentó a un concurso de órgano en Linz para cubrir una plaza de maestro en la Abadía de Sankt Florián. Consiguió el puesto y la posibilidad de dedicarse por completo a la música.

Permaneció diez años en Sankt Florian, y ya en 1855 se traslada como organista a la Catedral de Linz, después de ganar el concurso para cubrir dicha plaza. Permaneció en Linz durante trece años, etapa en la que amplió y consolidó profundamente sus conocimientos musicales. Estudió con Simon Sechter y comenzó una gran etapa creadora. De esta época son las tentativas de buscar un estilo propio que se plasman en obras como el “Cuarteto para cuerda en do menor” (1861) (Filarmonica quartet), “Obertura en sol menor” (1863), “Sinfonía en fa menor” (1863), que el compositor rechazó y que en la actualidad se conoce con el sobrenombre de la "Doble Cero". Todo este esfuerzo por encontrar las vías de un lenguaje musical personal desembocan en la “Sinfonía en re menor” (1863-64), que Bruckner rehizo en 1.869 y que colocó fuera de la numeración de catálogo con el añadido de "cero", y la “Sinfonía nº 1” (1865-66), que reelaboró posteriormente.

De la época de Linz la obra con más éxito fue la “Misa en re menor”. La crítica se mostró favorable en su primera interpretación en Linz, y tres años más tarde en Viena, donde consiguió los elogios de Eduard Hanslick, uno de los críticos más duros y prestigiosos de la época. Fue por estos años cuando Bruckner conoció también a Berlioz y Listz. Gracias a Otto Kitzler, director del Teatro de la Opera de Linz, comenzó a conocer el lenguaje musical wagneriano, hecho revolucionario en la vida de Bruckner.

Hay dos fechas claves en su vida: la primera cuando asistió, en 1863, a una representación de "Tannhäuser", y la segunda, en 1865, cuando fue invitado personalmente por Wagner a Munich a la primera representación de "Tristán e Isolda". Esta sería la primera de una larga serie de contactos e invitaciones entre ambos compositores a lo largo de muchos años.

En 1867, Bruckner sufre una crisis nerviosa. El origen de esta depresión no está claro, podría ser un exceso de trabajo en Linz o el impacto que le produjo el descubrimiento y realidad musical que el ignoraba por completo. De hecho, la enfermedad, podría haber sido la consecuencia de esa lucha por desembarazarse del lenguaje conservador de la música sacra y encontrar una nueva expresión musical de carácter sinfónico. Una vez recuperado de su depresión nerviosa, Bruckner encontró la posibilidad de instalarse en Viena. Su maestro Simon Sechter muere el 10 de septiembre de 1867 y deja vacante el puesto en el Conservatorio de la Sociedad de Amigos de la Música de Viena, y nadie mejor preparado que Bruckner para ocuparlo.


La llegada a Viena no pudo empezar de mejor manera: profesor de música en el Conservatorio y en la Universidad, organista de la Capilla de la Corte y reconocimiento como compositor. La relación con Wagner y la fascinación por su la escritura musical wagneriana se convertirán en el camino de la continuación entre un lenguaje musical antiguo y otro nuevo.

Siluetas de Wagner y Bruckner
En el último tercio del siglo XIX la música tenía dos tendencias: clásico-romántico, cuyo representante era Brahms y la línea vanguardista y neoalemana, Wagner. Bruckner se inclinó hacia este último. Las posiciones pro y antiwagnerianas permanecían en Viena irreductibles. Los estrenos de las obras de Bruckner se iban sucediendo y las criticas no eran del todo desfavorables pero pasó momentos de angustia con la interpretación de algunas de sus Sinfonías. Su posición era inequívoca: se le consideraba representante de Wagner en Viena y esto no le favorecía. No es de extrañar que la “Sinfonía nº 7” no se estrenara en esta ciudad; compuesta en el momento en que murió Wagner (febrero de 1883), Bruckner añadió un “Adagio”, una coda fúnebre, en homenaje al maestro recién fallecido en Venecia.

A pesar de ello siguió trabajando y cuidando en extremo el rigor de la estructura formal de sus obras, totalmente necesario para conquistar Viena. Tras esta experiencia Bruckner regresó un tiempo a la música sacra y compuso el "Te Deum" en do mayor (Karajan), captando el favor del público. Pero la gloria definitiva del público vienés se producirá con el estreno de la “Sinfonía nº 8” (Wiener Philharmoniker). Hugo Wolf comentó: "...un acontecimiento único en los anales de Viena...". La obra tuvo un éxito inenarrable.

Bruckner en 1893
Sin embargo, Bruckner se acercaba ya hacia su ocaso. En 1890 deja las clases del Conservatorio, dos años más tarde renuncia al puesto de organista y en 1894 deja las clases de la Universidad de Viena. Ya fatigado y enfermo, Bruckner muere a causa de una crisis fulminante de hidropesía el 11 de octubre de 1896. Sus restos fueron enterrados en la Abadía de Sankt Florian, según dejó escrito el propio compositor, justo debajo del gran órgano. Murió mientras componía su novena sinfonía. Al final de su vida Bruckner gozaba de gran prestigio en su país y obtuvo varios galardones, así como una pensión para el resto de sus días. Contribuyó al desarrollo de la forma sonata mediante la dilatación del material temático en el primer movimiento de sus sinfonías. También amplió la envergadura de estas y adoptó estructuras más amplias que hasta entonces nadie había intentado utilizar. Su orquestación se caracteriza por la alternancia de las distintas familias de instrumentos. Crea de este modo, un efecto coral que muestra la influencia de Wagner y del timbre de su propio instrumento, el órgano.

Su música, imbuida de una intensa religiosidad, busca la perfección formal al tiempo que quiere ser un gran himno de alabanza al Dios en el que creía fervientemente (y a quien dedicó incluso su última obra, la Novena sinfonía). En los países latinos su obra es relativamente poco conocida, aunque es programada de forma cada vez más frecuente, pero en los países germánicos goza de un gran reconocimiento y se le considera como uno de los mayores compositores de la Historia. Lo que más llama la atención de Bruckner es su no pertenencia a ningún grupo musical, y casi diríamos que no pertenece ni a la música como se la conocía en su tiempo ni en el de ahora. Bruckner pertenece al mundo sonoro puro, un mundo donde transformar las cosas en sonidos; los espacios, los detalles, los cuadros paisajísticos que nos rodean, el propio universo de cada cual hecho música. Las obras de Bruckner están tan claras que no necesitan demasiadas referencias:

Sinfonías:
- Sinfonía n° 0 «Nullte» re menor (1869);
- "Sinfonía n° 1 do menor" (1866, 1877, 1891) (Berliner Philharmoniker - Eugen Jochum);
- “Sinfonía n° 2“do menor (1872, 1876, 1892);
- “Sinfonía n° 3 " «Wagneriana » re menor (1873, 1876, 1877, 1889)  (Royal Scottish National Orchestra & Georg Tinter);
- “Sinfonía n° 4": «Romántica » mi bemol mayor (1874, 1878, 1880, 1888) (Chicago Symphony Orchestra & Daniel Barenboim);
- “Sinfonía nº 5  si bemol mayor (1876) (Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks, L. Mazel);

- “Sinfonía nº 6” la mayor (1881) (Berliner Philharmoniker -Simon Rattle) ;
- “Sinfonía n° 7” mi mayor (1883) (BBC Symphony Orchestra & Sir Reginald Goodall);
- “Sinfonía n° 8” do menor(1887, 1890); “Adagio” Wiener Philharmoniker - Herbert von Karajan)
- "Sinfonía n° 9” (inacabada) re menor (1896) (Berliner Philharmoniker - Simon Rattle)

Otras obras:
“Tres piezas para orquesta" (1862)
“Quinteto para cuerdas en fa mayor” (1881) Adagio - Parte 1, Parte 2 (Melos-Quartett Stuttgart)
“Salmo 150”, para coro y gran orquesta (1892)
“Motete Locus Iste”
“Helgoland”, para coro de hombres y gran orquesta (1893)

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